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“Hoy lo estuviéramos velando"

La historia de mi último asalto.



Con esa frase fue como a mami se le cristalizaron sus bellos ojos verdes. Haciéndose la fuerte, se contuvo de no llorar.


Minutos antes estuvo revisándome para ver cómo había amanecido yo después del disparo que me dieron en la nuca, la noche anterior en Barrio Córdoba, Zapote.


Me preguntó lo que me había pasado. Tuve que contarle…

“Mami, anoche fui por Bea a la parroquia. Ahí ella está haciendo un curso que le ha estado gustando mucho, no solo por los temas, sino también por las personas que ha conocido.

Como es costumbre, cuando salieron como a las 9 p.m. algunos nos quedamos hablando y luego nos fuimos como ocho personas juntas por la misma ruta. Recién habíamos alcanzado los 100 metros de camino, cuando volví a ver hacia atrás un joven se acercó y sacó un arma, la cual cargó en el mismo instante que me decía que era un asalto.

Como yo era el primero a su alcance, y creo que por ser el más alto también, me puso la pistola a la derecha de mi nuca y amordazando, nos pidió solamente los celulares.

Inmediatamente que me puso el arma en la nuca, mis pensamientos fueron claros. El primero de ellos fue decirme a mí mismo que yo sé para quién trabajo y que yo sé de quien soy. Sí, Dios fue mi primer pensamiento.

El segundo fue el recordar la famosa historia de un personaje que siempre estaba de buen humor y siempre tenía algo positivo que decir. Al final de la historia, cuenta cómo los ladrones le habían baleado. Al llegar al hospital el personaje notó la cara desesperanzada de los doctores, quienes al preguntarle si era alérgico a algo, él les respondió, sí, soy alérgico a las balas! Esta actitud sacó las risas de los doctores.

Pero mami, obviamente yo no lo dije. Yo solo pensé en mi interior que soy de Dios y que además, soy alérgico a las balas… Mi respiración estaba a un nivel normal. Mis ojos rodearon en escenario,  vi a Bea plantada con tranquilidad y fortaleza y a los demás los noté más lejos. Vi el rostro de aquél hijueputa y creo que nos reconocimos. Fue ahí donde Él se puso nervioso, muy nervioso…”




En ese instante hice una pausa para recordar el rostro del carajo. Es que recordé que cuando él me vio, su mirada cambió al nerviosismo. Eso sí no lo olvido, lástima que su rostro no lo recuerdo tan claro.


Alcé la cabeza y vi que mami respiraba profundamente para que sus ojos no se deshicieran como rocío de agua en una hoja. Preferí seguir contándole la historia.

“Ma, si lo vuelvo a ver, fijo que lo reconozco. Pero ahorita no lo recuerdo como para describirlo… pero créame que no lo quiero volver a ver.

El mae nos pidió solo el celular, estaba realmente nervioso… de pronto, estalló el disparo. Me disparó a quemarropa, mejor dicho a quemanucas! Aparte de dejarme sordo, la mente me llevó a miles de pensamientos. Uno de ellos fue que me disparó y que yo estaba aun de pie, por lo que pensé que en cualquier momento me iba a desmayar por haberme disparado en el cuello.

Yo no sé por qué no me asusté, mami, me sentía fuerte. Así que me toqué con la mano para ver si me había herido. El rastro de sangre era poco, casi nulo, seguro del nivel de adrenalina necesario para sobrevivir.

En eso me volví lentamente y le dije al chavalo que se tranquilizara, que íbamos a darle lo que pidiera. Por mi mente pasó la idea de que era una pistola con balas de salva.  Por otro lado, mis ojos veían como volvía a carga el arma. Decidí vivir y no pecar de estúpido. Él decidió seguir diciendo que le diéramos el celular, si no nos mataba.

Le di mi celular, Bea dio el de ella. Él se movilizó hacia donde estaban los demás… ellos estaban  a unos 10 pasos de nosotros. Ahí me parece que quitó un celular más y después se volvió hacia nosotros y nos repitió que no nos moviéramos porque si no nos disparaba. Nosotros le hicimos caso… y después salió corriendo.

Mami, en ese momento la mente va muy volada. Miles de imágenes, ideas y de cosas pasan por la mente en cuestión de un par de segundos.

Yo volví a tocarme la nuca. Vi más sangre en la mano. Mis amistades me revisaron y me pidieron que fuera a la clínica. Yo aún andaba sordo del estallido. Lo curioso es que de todas las 7 veces que me han asaltado, esta ha sido en la que más tranquilo me he sentido y la que más me han agredido. Ni susto me dio en el momento.

Después de eso, caminamos y llegamos a la esquina. Ahí decidimos pasar primero al Ministerio de Seguridad Pública, que se encuentra a 200 metros de donde nos asaltaron. Pero esa no es la mejor parte.

Llegamos y le contamos a los tres policías que estaban en el ministerio haciendo guardia en una de las puertas de acceso a los edificios del ministerio. Tuvieron la oportunidad de verme la herida y lo que hicieron fue lo que podían hacer… ¡¡¡ llamar ellos una radio patrulla!!! Ellos eran realmente como cualquier ciudadano. ¡Fue como llegar a la pulpería a pedir el teléfono para pedir ayuda!.

Sí mami, ¡no me pele esos ojos! Así fue, llamaron a una radio patrulla y 10 minutos después, preferí irme con Beatriz a la casa de ella pa que la suegra me revisara… como ella es enfermera, ni lo dudé. Además, ya sangraba mucho a pesar de que me la estuve limpiando con un pañuelo desechable!

Cuando empezamos a caminar para agarrar un taxi en el centro comercial del sur, los demás amigos nos llamaron. Ellos se habían quedado con los tres policías. Nosotros nos devolvimos para analizar lo que querían.

Los policías me dijeron que ya habían llamado a la radiopatrulla y que yo tenía que firmar el parte para la denuncia. Sonreí porque ellos hacían lo que tenían que hacer. Pero en el interior, quise clasificarlos de ineficientes. Vale que no me desangraba por litros, de lo contrario,  me hubiera quedado con ellos para morirme y así ser titular en algun periódico sangriento que diga “Murió esperando radiopatrulla en las puertas del ministerio de seguridad pública” con un subtítulo que diga “guardas le pidieron que se quedara para firmar el parte




En ese momento mamá echó a reír y se lamentó de lo que tenemos en nuestro país.

Llegué a casa de mis suegros. Allí mi suegra estaba un poco asustada… bueno mami, ella estaba realmente asustada. Cuando vio la herida, me pidió que mejor me fuera a la clínica porque talvez requeriría que me suturaran con un par de puntos. Ya el sangrado había disminuido pero no se había detenido. Y sabe qué mami… el cuello de la camisa aun  no me lo había manchado de sangre. Demasiado carga yo limpiándome verdad?..."





Otra sonrisa de parte de mamá.

"Nos fuimos para la clínica. El pañuelo desechable ya no absorbía sangre. Estaba como zancudo sin hambre, lleno de sangre!  Por lo que ya no tenía forma de limpiarme.

Después de una hora de estar en emergencias, me revisaron. El doctor donde me vio la nuca se asustó un poco y me dijo que tenía que referirme al hospital para unas placas de rayos X y así descartar que hubiese algún material incrustado. Solo vio la herida. No la tocó, solo observo unos pocos minutos, me hizo las preguntas de rigor (edad, qué me había pasado, si era alérgico a algo, entre otras).

De ahí, me fui para el San Juan de Dios. Tenía años de no entrar ahí. Eran cerca de las 12:30 de la noche.

Ahí me atendieron al rato. Ya la noción del tiempo lo perdía más fácil. Uno de los doctores que me atendieron me preguntó que tipo de arma era. Yo, gran conocedor y amante de las armas le di mi diagnostico: pistola corta!

Me volvió a preguntar si era de balines, de salvas, de balas…. El sarcasmo me surgió solito y las palabras surgieron también… "no me dio chance de preguntarle al ladrón, pero frente a pregunta médica  tan importante, la próxima le preguntaré con más calma. Espero que en la próxima me responda que el arma es de salvas!".

Al doc la cara se le tornó de vergüenza. Ahí mismo se disculpó conmigo...

Mami, a veces nos desconectamos cuando hablamos. En mis adentros le agradecí al doc que se disculpara. Fue una pregunta que le salió de la nada. Eso me pasa mucho en la radio. Por eso, creo que me calmé, jejeje

Pero mami, esperar en el hospital es como tener que esperar un minuto frente al microondas… es eterno.

Me hicieron las placas y dos horas después de estar esperando los resultados y oír el parlante ronco y disfónico de emergencias del hospital me tenían muy aburrido. Por dicha que Bea andaba conmigo y que es super atenta. Si no, fijo que me hubiese venido para la casa. Tenía hinchada la nuca, me ardía un poco, pero ya no me moriría.

En una de esas ocurrencias que dan, oí el parlante medio hablar y le dije a Bea, ya no aguanto esperar. Voy a entrar y voy a decir que me llamaron. Así lo hice.

Cuando llegué a cirugías, habían como 5 personas que venían literalmente “tajadeadas” y requetecubiertas de sangre, producto de un choque automovilístico. Un doctor me preguntó qué necesitaba y tuve que decir que había oído que me habían llamado. El doctor inmediatamente me dijo “lo dudo, estamos atendiendo una emergencia como verá”. Se me cayó la cara de vergüenza por ser tan extrovertido e impaciente.

No tuve que titubear. Mi conciencia me dijo "mae, no lo han llamado porque aquí trabajan de verdad. Estan breteando y no se estan rascando las bolas. Regrésese a la sala a esperar."

El doctor preguntó si alguien me había llamado. Yo le dije que no se preocupara, que yo podía esperar más tiempo. Inmediatamente me fui para la sala de espera.

Una hora más tarde me llamaron. Me revisaron, pero no me limpiaron. Me enviaron pastillas antibióticas por aquello de la infección. Me enviaron acetaminofen para el dolor (que por dicha, ha ido disminuyendo) y feliz y contento con Dios porque me daba otra oportunidad de vivir, nos fuimos para mi casa. Eran cerca de las 5 a.m. Bea aún seguía despierta y atenta. Me acompañó muchísimo. Literalmente me ayudó a sobrevivir. Llegué a mi casa y literalmente me eché a dormir. Y acá estoy mami, contándole el cuento"


En ese momento vi a mami más tranquila. Me sonreía y en sus bellos ojos verdes vi que hablaba con Dios… como agradeciéndole que no me tuvo que velar. 


La bala, salva o explosión de lo que sea, solo me quemó el cuello y me arrancó como medio centímetro de la nuca. Revisándome luego, me di cuenta que el disparo estuvo a tres dedos de tocar esa vital “vena grandota” que nos baja por el cuello.


En el hospital, la camisa si se me llenó de sangre en el cuello. Pero qué importa. Ahí me atendieron con gusto y no despilfarré dinero. 


Además, que dicha que no me tuvieron que velar! insisto, bendito Dios que me tiene con vida para poder contarlo... Volví a nacer.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Mae, al chile que allá arriba todavía no te quieren... porque si no hubiera sido esa la mejor excusa. Mae, por un lado a Dios gracias no te pasó nada, pero por otro JUEPUTA PAÍS que no es posible que estas varas pasen. Qué clase de seguridad, qué clase de sociedad se está construyendo! Todo es parte de todo, cero valores, cero respeto, cero educación... es parte de una sociedad que se cae a pedazos a vista y paciencia de quienes tienen el poder para cambiarla... pero como que eso no importa mucho. Sin duda una lástima no poder caminar de noche con tranquilidad (con lo lindo que es!) y bueno... solo agradecerle a Dios que no tuve que mandarle mis condolencias a tu familia.

Saludos mae y me alegro que esté bien... aunque ya se sabe que el sustillo queda, hay que seguir viviendo, no queda de otra.
Chepe Centro ha dicho que…
Estas cosas lo ponen a uno de cara con la realidad que a veces vemos tan lejana.
Gracias a Dios no hubo nada que lamentar, más que el celular y el susto.
Tristemente nos roban algo muy valioso. La tranquilidad.
IMPOETA ha dicho que…
y lo peor es oir a la exministra decir que era cuestion de percepción! JA!

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