Aquél incómodo y viejo bus venía con asientos para tres. Yo venía del lado de la ventana cuando un joven se me sentó a la par.
En la parada siguiente una muchacha se subió. Vi que ella irradiaba mucho su presencia. Cuando vio al joven a mi lado, lo saludó muy efusivamente. Él se levantó y ella se sentó en medio. Yo me acomodé para que fuéramos sin problemas.
Después del saludo, ella empezó comentando un dato curioso:
- Me hiciste falta en el almuerzo la vez pasada que íbamos juntos en el paseo.
- Sí, pero trabajo es trabajo. No podía dejar mis responsabilidades.
- Le decía a Cursy que siempre he admirado la forma en que haces tu trabajo y el amor que le ponés.
- Oh amiga!, no siempre me sale. Le debo mucho a Dios. La cuenta que tengo con Él al regalarme esta amistad con ustedes es enorme, jejeje. Quería venirme con ustedes, de corazón. Lo pensé, pero como ya te dije, trabajo es trabajo y hay que cuidarlo.
- No fue lo mismo, eso no lo niego! Me gusta almorzar más contigo, jajaja, creo que no se puede recrear algunas cosas.
- Tus palabras me confortan. Te las agradezco! Te amo muchísisimo por ser tan linda siempre conmigo. Te amo muchísimo.
El silencio imperó por unos segundos. Sus miradas brillaban. De pronto, él salió al paso..
- Yo en algún momento pequé al creer que el viaje había sido aburrido para ustedes. No fue lo mismo que cuando vos y yo lo hicimos hace unos años atrás. Había más encanto en el paseo con la caminada enorme. Para ellos no sé si fue bonito. Viajar para ver gente y medio celebrar misa en un aguacero, no es tan súper, jajaja.
- Verdad que Dios ha chineado mucho nuestra amistad? He aprendido tanto de vos… y fuiste el primer amigo al que amé…
- Sí, la ha chineado mucho. Vos también fuiste mi primer amor de amistad! Del más grandioso amor.
El pito indecente del bus cortó la comunicación. El mentonazo de madre que dio el chofer del bus a un conductor de un carro liviano desvió la atención mía y la de muchos. Pasada la situación, ellos guardaron silencio. Ella retomó la conversación en forma distinta.
- Perdón si en algún momento la rutina de mi vida me ha alejado de ti… Mi corazón cada día se acuerda de ti y da gracias a Dios por ponerte en mi vida.
- Yo más bien te agradezco la lejanía. Me permitió cambiar de visión y así poderte amar más sinceramente… además me permitió extrañarte.
- Cambiar de visión? Qué cosas?
- Dejarte de idealizar. Viví mucho tiempo enamorado de vos y eso me llevaba a amarte con ciertos intereses. Hoy te amo más completo, sin intereses, pero con pureza.
Ella sonrió tiernamente. Él le dio un poco más de tiempo y prosiguió.
- Y lo que más te agradezco es que siempre me lo respetaste, y con mucho cariño.
- Nunca voy a ser la mujer ideal, tengo demasiados defectos… y aunque hubo un momento en que ambos buscamos más que la amistad, eso no cambió el amor.
- Tenés razón con lo de que nunca cambió el amor. Eso es lo más grandioso que he experimentado en mi vida junto a vos.
- Es que cuando se ama, no importan las circunstancias… además vos siempre, pero siempre me has hecho el bien, ¿como no ver a Dios en ti? ¿cómo no sentir admiración?
- Yo siempre he creido que en ti encontré a mi alma gemela, contigo todo es distinto! Cuando te doy un abrazo siento que me completo, jajaja, no sé cómo decirlo.
- Jajaja..amiga, tus abrazos y tus besos son mágicos para mi alma. Me llenan tanto por la sinceridad con la que me los das. Nunca he dejado de admirarte! Sos una gran mujer! De verdad que te lo digo con el corazón.
- Gracias, vos sos un gran hombre. No temo equivocarme al decirlo, para mí, vos tenés mucho de santo.
- Lo aprendí con vos.
Sus miradas se encontraron por unos segundos. Yo simplemente disimulaba para evitar que terminaran de hablar. En la vida he escuchado semejante conversación.
- Gracias por todo, -dijo ella-. Desde la primera sonrisa que salió de ti cuando me viste, todavía la recuerdo muy bien, estabas hablando con un cura en la puerta de la casa cural… y sentí en ese momento que eras diferente.
- Yo te recuerdo desde las clases de teatro. Tus ojos tenía un no se qué… una especie de brillo. Me ponías atención como nadie y ese halago cualquier exponente lo desea. Fue ahí cuando dije en mis adentros de que eras una mujer especial.
- Sí, pero en teatro no me sonreías jajaja, me encantaba escucharte, y aún me encanta!
- Jajaja. Tenía que guardar la compostura. No me iba a delatar. Me cautivabas. No iba a delatar que te ponía atención.
- Jajaja me diste una oportunidad muy grande y creiste en mí. Te digo un secreto? Jajaja, en ese momento me gustabas mucho, no sé si alguna vez te lo dije.- Jajaja, pues aunque no me lo creas, así era… Ya me dio pena decirte esto en medio bus!
Yo dije en mis adentros… esto es una novela… ¿estarán ensayando alguna obra de teatro?, jamás he visto un guión tan bueno! (salvo por la mezcla profunda entre el tú y el vos, típico de los jóvenes actuales)
Vi que ya pronto tenía que bajarme. Faltaban dos paradas. Le pedí al Señor para que los semáforos siguientes se pusieran en rojo. La historia aún seguía. Él llegó a abrazarla y se fundieron en un suspiro mútuo. Ella siguió rompiendo esos momentos tan intensos:
- ¿Y nunca llegaste a pensar que vos me gustabas?
- Sí, hubo momentos en que me ilusioné mucho, mucho. Habían signos que te ponían en evidencia. Principalmente disfruto cuando recuerdo dos.. nuestras miradas congeladas en el escenario, donde todos nos veían y nosotros creíamos que no. Y la otra era cuando yo estaba ensayando en el aula con los demás y llegabas… cuando descubrías que te estaba mirando, tu cara me enviaba señales al corazón.
El bus se detuvo, aun me faltaba una parada más y se me acababa…
- … pero salvo en una ocasión de cumpleaños, nunca vi que me abrieras ventana alguna.
Ella se sonrojó notablemente.
- Tenía muchos miedos conmigo, muchos ojos encima buscando si pasaba algo entre nosotros. Y un corazón muy lastimado por una relación.
- Yo realmente me enamoré de ti. Nunca había pasado tanto tiempo así. Le pedí a Dios que no me dejara caer en malos pasos en nuestra amistad. Dios me escuchó.
- Lo sentía en tus actos, tus palabras, tus miradas… El sábado pasado, tu sonrisa cuando nos vimos me recordó esos tiempos…
- Eso fue antes de haberme ennoviado con tu amiga? O después de aquel inolvidable beso?
Me detuve… ¿Aquél inolvidable beso? Qué clase de pregunta era esa?
Pero regresé a la conversación y noté que ella se había conmovido al mostrar sutilmente unas lágrimas.
Al verla así, tomó la mano de su amiga y con su gran mano la presionó contra el pecho de él. ¡Qué foto más linda hubiera sido!. Realmente comprendí que no era teatro… era amor real.
Yo nunca había visto esto ni en películas.
- Realmente me siento como en una novela- dijo él con una sonrisa-.
Ambos se sonrieron. Yo procuré seguir disimulando, pues realmente me habían capturado… En eso me percaté que ya se me había pasado la parada en la que tenía que bajarme del bus. Ni cuenta me di en qué momento se me había pasado. Toqué el timbre y me bajé… después me arrepentí de haberme bajado…
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